Escala de Estimación del Consumo de Alimentos y Bebidas para Niños: Evaluación de propiedades psicométricas

Escala de Estimación del Consumo de Alimentos y Bebidas para Niños: Evaluación de propiedades psicométricas

RESUMEN 

Las estrategias para disminuir el sobrepeso y la obesidad no han tenido el impacto esperado. Se requiere desarrollar mayor conocimiento sobre las variables estimación del alimento y frecuencia de consumo. Por lo tanto, el propósito de este estudio fue examinar las propiedades psicométricas de un instrumento dirigido a evaluar la estimación de alimentos (EAL) y su frecuencia de consumo (FRC) en niños. Participaron 1,090 niños y niñas de 9 años de edad de la región Sur de Jalisco (México), quienes completaron la Escala de Estimación del Consumo de Alimentos y Bebidas para Niños (ECA-N), que consta de dos secciones: EAL y FC. El análisis factorial exploratorio realizado con 545 de los participantes derivó tres factores para cada sección, mismos que posteriormente fueron corroborados con base a dos análisis factoriales confirmatorios, uno por sección, practicados con la segunda mitad de la muestra (n = 545). Ambos modelos registraron adecuados índices de bondad de ajuste. La versión final de la ECA-N, con 23 ítems, mostró poseer adecuada consistencia interna en sus dos secciones: EAL (α = .86) y FRC (α = .84). Se discute sobre la necesidad de extender el análisis de las propiedades psicométricas de la ECA-N en niños de otras regiones del país.

INTRODUCCIÓN

En México, en 2013 la Secretaría de Salud (SSA) emitió la Estrategia nacional para la prevención y el control del sobrepeso, la obesidad y la diabetes. Dos años después se dio a conocer que uno de cada tres niños y siete de cada 10 adultos presentaban sobrepeso u obesidad (Calvillo, Espinosa y Macari, 2015). Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) confirmó que México tiene la tasa más alta de sobrepeso y obesidad en personas mayores de 15 años (De la Barrera, 2017; Gutiérrez-Delgado, Guajardo-Barrón y Álvarez, 2012; León, Jiménez, López y Barrera, 2013). Después de conocer los resultados negativos, la pregunta evidente es por qué no funcionó dicha estrategia a pesar de que en 2015 se modificó la Norma Oficial Mexicana (NOM-051-SCFI/SSA, Diario Oficial de la Federación [DOF]) emitida cinco años antes (DOF, 2010), la cual regula el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas con el propósito de controlar la cantidad de kilocalorías disponibles en cada envase. En respuesta a dicha regulación, la industria alimentaria elaboró y distribuyó envases con menor cantidad del producto y, por tanto, a un menor costo. El efecto contraproducente que generó dicha regulación fue un aumento en el consumo de alimentos y bebidas con alto contenido calórico (De la Barrera, 2017). Así, se sabe que en México una persona consume hasta 163 litros de bebidas carbonatadas al año (Sebastián-Ponce, Sanz-Valero y Wanden-Berghe, 2011). Aunado a la estrategia nacional contra el sobrepeso y la obesidad, se han venido emitiendo otros documentos oficiales de sugerencias alimentarias; por ejemplo, la NOM-043-SSA (DOF, 2001, 2006, 2013), que dictan las pautas de consumo de acuerdo a los grupos específicos de alimentos. Asimismo, existen lineamientos en los que además se sugieren las porciones apropiadas de consumo; por ejemplo, el Plato del bien comer (DOF, 2006), la Jarra del buen beber (https://www. gob.mx/issste/articulos/los-beneficios-de-la-jarra-delbuen-beber), la Guía de orientación alimentaria (SSA, 2003) o la Guía de alimentos para la población mexicana (SSA, 2010), entre otros. En general, a través de distintos programas oficiales se ha promovido el consumo de frutas y verduras, así como de agua natural (Bonvecchio et al., 2015; Gutiérrez-Delgado et al., 2012). No obstante, estos programas no han tenido el impacto que se esperaba, dado que hace falta difusión de la información y cómo utilizarla, porque las estrategias diseñadas no siempre atienden a la disponibilidad de los alimentos (De la Barrera, 2017) y, además, para una cantidad considerable de población, el acceso está limitado por condiciones económicas (Hernández-Licona, Minor y Aranda, 2012). Por ende, antes de implementar estrategias de alto costo y bajo impacto, es preferible conocer qué variables influyen en el consumo de ciertos tipos de alimento. Dos de estas variables son, cómo se perciben o estiman los alimentos y las bebidas, cuando se les pregunta a los usuarios acerca de lo que piensan sobre éstos; así como la frecuencia con que los consumen. Dada la variedad alimentaria que caracteriza a México, es paradójico que un país con tanta riqueza culinaria padezca problemas de consumo excesivo de alimento, como es la obesidad, o bien, de consumo escaso, que da lugar a la desnutrición (e.g., Rivera, Campos-Nonato, Barquera y González, 2012). Una forma económica de estudiar lo que la gente piensa sobre los alimentos y las bebidas, así como su frecuencia de consumo, es a través de cuestionarios de autoreporte. Por tanto, se asume la factibilidad de estudiar la percepción acerca de los alimentos y su consumo a través del método de asignación directa de un valor, bajo la lógica de que a mayor juicio numérico, la preferencia y la frecuencia de consumo son mayores. Bajo esta lógica, referir que un alimento se percibe como “muy saludable”, querría decir que es probable que ese alimento sea uno de los que se consuma más frecuentemente. Complementariamente, un juicio de menor magnitud implicará una menor preferencia y, por tanto, menor consumo de los alimentos. Esta forma de medir la percepción y la frecuencia de consumo de los alimentos permite evaluar la congruencia entre cómo se percibe el alimento y qué tan frecuentemente se consume. Se esperaría congruencia entre aquellos alimentos y bebidas percibidos como saludables y una frecuencia de consumo elevada; y, por el contrario, que aquellos percibidos como poco o nada saludables tendrían que consumirse en menor frecuencia. Premisas que en el presente estudio fueron puestas a prueba. En México, recientemente inició la generación de evidencia a través de la validación de escalas para medir el consumo de frutas y verduras. Por ejemplo, Ochoa-Meza, Sierra, Pérez-Rodrigo y Aranceta-Bartrina (2014) examinaron la validez de contenido y de constructo del cuestionario Pro Children Project (De Bourdeaudhuij et al., 2005), el cual está conformado por 83 ítems dirigidos a evaluar factores psicosociales asociados al consumo de frutas y verduras. Para ello, Ochoa-Meza et al. trabajaron con púberes de 10-12 años de edad, residentes en Ciudad Juárez, derivando una estructura de siete factores que explicaron 37% de la varianza para el consumo de fruta y 48% para el de verdura; con coeficientes alpha de Cronbach (α) que fluctuaron entre .55 y .83. No obstante, dado lo impráctico de aplicar instrumentos extensos a la población infantil y la relevancia de evaluar tanto la percepción que los niños tienen de los alimentos, así como su consumo, el instrumento de evaluación aquí examinado supone una versión adaptada de uno previo que en jóvenes adultos ha mostrado poseer adecuada confiabilidad y validez (cf. Díaz et al., 2010; Díaz y Franco, 2012). Por tanto, el propósito del presente estudio fue analizar las propiedades psicométricas de un cuestionario dirigido a medir tanto la estimación como la frecuencia de consumo de alimentos y bebidas en niños.

Felipe de Jesús Díaz-Reséndiza,b, Karina Franco-Paredesb,c, Carlos Alejandro Hidalgo-Rasmussenb,c,d, Esteban Jaime Camacho Ruíze , Consuelo Escoto Ponce de Leónf

a Laboratorio de Análisis Conductual, Centro Universitario del Sur, Universidad de Guadalajara, Ciudad Guzmán, Jalisco, México

b Centro de Investigación en Riesgos y Calidad de Vida, Centro Universitario del Sur, Universidad de Guadalajara, Ciudad Guzmán, Jalisco, México

c Cuerpo Académico Comportamiento, Salud y Calidad de Vida, Centro Universitario del Sur, Universidad de Guadalajara, Ciudad Guzmán, Jalisco, México

d Centro de Estudios Avanzados, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, Chile.

e Unidad Académica Profesional Nezahualcóyotl, Universidad Autónoma del Estado de México, Nezahualcóyotl, Estado de México, México

f Centro de Estudios UAEM Ecatepec, Universidad Autónoma del Estado de México, Ecatepec, Estado de México, México

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