29 de septiembre de 2018
Un estudio reciente sugiere que la pobreza puede dañar las capacidades mentales de los niños por el resto de sus vidas.
De acuerdo con los autores, es más probable que los niños que crecen con múltiples carencias o en desventaja económica tengan una calificación más baja en pruebas de pensamiento, aprendizaje, razonamiento, recuerdo y resolución de problemas durante la vejez.
“Al igual que el cuerpo, el cerebro envejece, pero para algunos puede envejecer más rápido que otros“, dijo la doctora Pavla Cermakova, del Instituto Nacional Checo de Salud Mental en Klecany, República Checa. “Un creciente cuerpo de evidencia sugiere que el envejecimiento del cerebro puede ocurrir durante toda la vida, con sus raíces en la infancia“.
Para el estudio, el equipo de Cermakova recopiló datos de más de 20,000 personas de 16 países europeos que participaron en la Encuesta sobre Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa. La edad promedio de los participantes fue de 71 años al inicio del estudio. Los participantes fueron entrevistados y evaluados, y luego fueron evaluados nuevamente un promedio de cinco años después.
Los investigadores hallaron que el 4 por ciento de todo el grupo vivió en la pobreza cuando eran niños. Estas personas obtuvieron calificaciones más bajas en las pruebas de habilidades de pensamiento (“cognitivas”). Además, tenían menos educación, así como menos probabilidades de ser contratados en un empleo y menos probabilidades de tener un compañero en casa. Asimismo, fueron más propensos a tener síntomas de depresión y eran menos activos físicamente y menos sanos.
Después de tomar en cuenta la edad, el sexo y la ubicación geográfica, los investigadores encontraron que aquellos que venían de la pobreza tenían puntuaciones más bajas en las pruebas cognitivas que el resto del grupo en un promedio de 0.27 puntos, según los hallazgos.
Los especialistas también tomaron en cuenta las diferencias en una amplia gama de otros factores, incluyendo educación, empleo, depresión, índice de masa corporal, actividad física y enfermedad cardíaca, y descubrieron que aquellos que experimentaron dificultades sociales y económicas en la infancia aún obtuvieron un puntaje promedio de 0.15 puntos por debajo.
Cabe destacar que aunque los investigadores encontraron una diferencia entre los dos grupos en sus habilidades cognitivas, no observaron un vínculo entre la pobreza durante la niñez y una disminución en estas habilidades con el tiempo.
“Si bien nuestra investigación es de observación, y no se puede determinar la causa y el efecto, este es el mayor grupo de personas jamás estudiado sobre el tema hasta el momento“, aseguró Cermakova en un comunicado de prensa de la Academia Americana de Neurología.
“Nuestro estudio muestra que el entorno en el que crecimos se refleja en el nivel de nuestras habilidades cognitivas cuando envejecemos, y esto solo se explica en parte por la educación, la depresión o los diferentes factores del estilo de vida“, agregó Cermakova.
El enfoque de las estrategias que apuntan a proteger la salud mental debe cambiarse y dirigirse a la infancia, resaltó.
“Los niños que enfrentan desafíos sociales y económicos deben recibir más recursos para contrarrestar las desventajas que enfrentan“, concluyó Cermakova.
